
El ciclo de dar y recibir, y su equilibrio, es la clave para una vida plena y en abundancia. Y es que en la vida hay momentos para dar y momentos para recibir.
Sin embargo, a menudo no se nos ha enseñado a integrar estas dos partes esenciales de la existencia. Vivimos atrapados en un constante «dar hacia afuera», enfocados en el exterior, sin detenernos a reflexionar sobre la importancia de recibir.
Desde pequeños, se nos ha educado para el dar, y muchas veces este acto está ligado a agradar o encajar. Nos sentimos cómodos ofreciendo, regalando, cuidando, pero recibir es otro tema. No estamos acostumbrados a hacerlo.
De hecho, con frecuencia nos resulta más fácil hacer un regalo que aceptarlo, o decir palabras amables que recibirlas. ¿Te ha pasado? Algo en nosotros se activa en esos momentos, una ligera sensación de incomodidad.
Aquí es donde surge la pregunta: ¿qué parte de ti no se cree merecedora de ese recibir?
La naturaleza, sin embargo, nos ofrece una lección clara y poderosa: un ciclo eterno de abundancia basado en el dar y el recibir.
Pensemos en los árboles.
Ellos toman nutrición de la tierra, del aire, del sol, y a cambio ofrecen sus hojas, frutos y oxígeno. Estos elementos que dan, se convierten a su vez en nutrición para otros procesos ajenos a ellos, y de los que también terminan beneficiándose. Este ciclo constante de intercambio mantiene la vida en movimiento.
El flujo es esencial. En el movimiento se encuentra la vida. Cuando algo deja de fluir, se estanca, y lo que se estanca, muere. Es como el agua: si no fluye, se pudre.
De la misma forma, nuestras vidas, nosotros mismos, necesitamos este flujo.
Es fundamental permitir que la vida nos atraviese, que el movimiento nos penetre y nos llene. Esto significa abrirnos tanto a dar como a recibir, sin resistencia.
Dar no debería tener un enfoque rígido ni un objetivo concreto. Dar por el simple placer de hacerlo, por la alegría de sentirnos vivos, es un acto poderoso.
Pero recibir también lo es. Recibir con gratitud y sin culpa es reconocer que somos merecedores de amor, bondad y abundancia.
Es en este equilibrio entre dar y recibir donde encontramos una vida plena y en armonía.
Así que, la próxima vez que sientas resistencias en el dar o recibir, recuerda a los árboles, al agua, a la naturaleza misma.
Y permítete fluir.
Permítete ser parte de este ciclo eterno de abundancia.
Da con gozo y recibe con gratitud.
Con amor,
Laura (Creadora del Método ERES®
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