¿Aferrándote a lo que ya no te sirve?

Déjalo caer, como las hojas del otoño.

Fortalece la savia que corre dentro de ti,
porque ahí, en tu tronco, está la verdadera fuerza.
Lo externo es solo un disfraz.
Apariencias.
Va y viene.

Lo eterno está en el tronco, en las raíces.
Aprende a distinguir en tu vida qué es el tronco, qué son las raíces y qué son las hojas.
Porque, sí, vivimos aferrándonos a lo que no importa.
Nos enredamos en las hojas, nos olvidamos del tronco.

Y así nos tambaleamos,
esperando estabilidad en lo que se cae con el viento.
Nos aferramos a hojas secas, creyendo que nos sostendrán.

Pero las hojas se caen.
Siempre.

¿Qué te queda cuando todo eso se va?
¿Recuerdas tu tronco?
¿Recuerdas tus raíces?
Lo que realmente eres, lo que está enterrado, lo que no se ve.

Porque créeme, esas raíces son tan grandes como el árbol que se alza hacia el cielo.
Sin ellas, nos desplomaríamos.

Así que, suelta.
Deja que el viento arranque lo que ya no sirve.
Deja caer esas hojas que solo te pesan.

Reflexiona:
¿Cuál es tu tronco?
¿Cuáles son tus raíces?
¿Y cuáles son esas hojas que ya deberían estar en el suelo?

Porque es hora de dejarlas ir.
Permite que el viento del cambio arrase con lo que ya no necesitas.
Nútrete desde adentro, desde lo profundo.
Recuerda quién eres.

Te amo.
Y es momento de que tú también lo hagas.

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